viernes, 26 de septiembre de 2008

"Sin Palabras"

Cuando escuche la ultima silaba de aquella dolorosa frase de rompimiento; vi claramente como aquel mundo perfecto, aquel cuento de hadas en el que parecía haberse transformado mi vida; se venia abajo como una casa víctima del tiempo y las plagas.
No lograba pensar en algo que no sea lo horrible que se volvería mi vida al alejarme de ti, pensaba que mi vida había sido patrocinada por el mismísimo Kafka.

Justo en ese momento cuando debía utilizar todos mis recursos léxicos para la elaboración de la frase más cautivadora y apropiada posible, justo cuando debía explotar mis conocimientos verbales, justo en ese instante de suprema tensión; articule la frase más estúpida jamás pronunciada, y muy posiblemente jamás superada en un futuro cercano: Dije –acompañada de los mas torpes movimientos-“que bueno que lo dices tu y no yo. Loca”. Lo que siguió fue, como era de esperarse en estos momentos, pura diplomacia. Aquella gastada frase de “podemos ser amigos”. ¡¡¡ Puras webadas!!!

Lo más duro no es que hallas terminado con esa chica; lo más duro es el plan de webon que haces cuando en aquel abrupto y repentino choque emocional te sorprende. Es como si se detuviera el tiempo al terminar la frase que ella esta vocalizando, y tu, como imbécil, piensas que decir; pero ¡sorpresa! El tiempo no se detuvo reverendo cojudo; eres tu el único idiota que cree que eso ha pasado. Tienes que reaccionar, ella espera (o debería hacerlo) una respuesta; di algo antes que se de cuenta de lo dolido que has quedado. Es ahí donde la estupidez del sexo masculino sale a relucir y demuestra aquello que las mujeres tan fuertemente afirman; ¡somos unos reverendos webones! Lo único que hacemos es abrir la boca y esperar que, milagrosamente, la frase que salga de ella sea algo acorde al momento (o que por lo menos este ordenada).Ujum! una cojudes recién salida del horno; lista para causar el peor de los bochornos que podrías esperar.

La suerte está en que después de esta primera frase, la conversación se vuelve un poco más fácil, las palabras empiezan a fluir; es como si por fin le llegara sangre a tu cerebro. Y cuando cada uno va por su lado y te vas alejando poco a poco recapitulas lo sucedido y reparas en la sarta de estupideces que acabas de decir. Pero eso no es todo, cuando ya ha pasado el tiempo; aquella frase, aquellas palabras que no encontrabas en ese momento; brotan en tu cabeza de un momento a otro; pero ya es tarde; ya hiciste el papel de imbécil.