martes, 1 de marzo de 2011

Qué rápido pasó el verano (Parte 1 de 3)

Aunque por el calor no lo parece el verano se ha acabado ya. Y creí que sería bueno recapitular lo que me sucedió en el verano desde un poco antes que comience. Creo que este verano tres sucesos han sido los más importantes de este verano. El primero y el más importante son los buenos amigos que he ganado, si pudiera calificarse a los amigos según su clase, diría que son amigos clase A. Lo segundo –y sigue la jerarquía-  es mi viaje a Lima y a Cusco. Lo tercero son los amigos que he perdido este verano y los errores que he cometido.

Comenzaré por describir un poco a cada uno de los cinco buenos amigos que hice este verano.

Primero está Raúl –el oso-, a Raúl lo conocí al regreso de mi viaje a Cusco cuando llamé a Carlos para tomar un vodka que traía de Cusco. Carlos dijo que iría con Raúl y le dije que normal, había escuchado de él a través de otros amigos.

Me cayó muy bien cuando lo conocí, hablamos de muchas cosas: mujeres, amigos, Chiclayo y, entre otras, su viaje a Europa y su idilio con una portuguesa. De esa noche recordaré a Carlos orinando frente al Jockey plaza y el maldito sánguche que me costó como 8 soles (sí, soy tacaño).

De la personalidad de Raúl puedo decir que es un hombre que tiene la facilidad de vivir en su mundo, y es que me atrevo a decir que Raúl tiene un mundo dentro de sí del que puede salir y entrar cuando se le antoje. Creo que es una persona muy creativa, culta, inteligente y amable.

Otro buen amigo, y a quien admiro bastante, es Carlos –a quien mencioné antes-. A él lo conocí –por su nombre real- en febrero del año pasado. En una reunión estaba tomando en su grupo y me preguntó: ¿tú no jugabas Rakion en el paonet?¿no te llamabas Dercox? Yo soy matajudíos ¿te acuerdas? Y claro, yo era Dercox y me acordaba de Matajudios. Luego de esa reunión nos vimos poquísimas veces el resto del año. Fue apenas en diciembre cuando empezamos a volvernos amigos.

De la personalidad de Carlos puedo decir que es alguien admirable. Es alguien sabio, con un mar de conocimientos, alguien con quien puedes conversar de todo, desde ánimes hasta economía y política –aunque no le agrada mucho hablar de ello-. Pero creo que la inteligencia de Carlos es la social, es una persona que sabe llevarse bien con cualquiera sin necesidad de cambiar su personalidad, él no necesita fingir y no se preocupa por encajar. Por cierto, olvidé mencionar que Carlos me parece una persona muy modesta.

Otro buen amigo es Giuliano, lo conocí por Marco –aunque en realidad conocí a todos estos buenos amigos por Marco-, su hermano. A Giuliano alias “Gallo” lo conocí… bueno creo que no recuerdo dónde o cómo lo conocí. Y no hablamos mucho durante el año pasado hasta que empezamos a jugar Póker o ir al club este verano.

De Giuliano puedo decir que, aunque me falta conocerlo mejor, es una persona honesta, inteligente y dedicada. Creo que de todos nosotros es el más maduro y el más amable; si tuviese una palabra para describir a Giuliano sería: Noble. ESE ES MI GALLO.

Debo hablar de José, más conocido como “Gato”. Él ha sido, de todos mis buenos amigos, con quien mejor me he llevado.
Creo que debido a nuestra común egolatría y posible narcisismo –sin ánimos de ofender, sé que no será así-. A Gato lo conocí el año pasado durante la reunión de una chica a la que ni él ni yo fuimos invitados formalmente. No me cayó muy bien cuando lo conocí porque defendía el relativismo y pretendía engañarme diciendo que conocía a Vargas Llosa, incluso lo llamó. Pero durante el resto del año salí con él varias veces –a través de Marco- y me fue cayendo muy bien hasta este verano que con ánimos lo llamé hermano.

Gato es una persona muy peculiar, amable, caballerosa e inteligente. Con un absurdo dejo español cuando se exalta –coño ¿cómo es posible?; joder ¿qué te pasa?- y con una afición por las camisas y los polos pegados. Es una persona testaruda pero en el buen sentido, porque defiende hasta las últimas sus ideas sin importarle lo que se diga o se piense de él –ojo, siempre defiende con argumentos-, Gato es un fanático del “por qué”; siempre trata de extraerle una razón a todo lo que se dice o se hace.

El quinto buen amigo es Marco, a quien tuve el gusto de conocer y tratar por casi todo el año pasado, aunque no recuerdo cuándo o dónde lo conocí. Marco fue quien me presentó a todos estos grandes amigos, y es también a quien más quiero; también el primero de mis amigos de tildarlo de hermano. Él es quizá la mejor persona que conozco, con errores varios y virtudes abundantes. La primera persona que conocí con los mismos gustos por la lectura que yo tengo –aunque él entiende los poemas y a mí no me gustan-; la primera persona que conocí con  la misma aspiración que yo de ser escritor; la primera persona que conocí con las mismas ideas políticas que yo. Marco me ha enseñado más cosas de las que he reconocido. Es quizá la única persona que me ha llevado a entender mis errores a través de la razón.

Pero no se parece a mí tanto, yo soy realmente ególatra –y quien lea esto y me conozca no podrá negarlo; soy la persona más ególatra que conozco, aunque Gato está bastante cerca.- y Marquito no tiene el ego del tamaño del mío pero sí tiene un buen ego. Él es una persona muy inteligente y muy sabia, aunque algunas veces se deja cegar.

Estos son los cinco magníficos amigos con quienes tuve la suerte de compartir el verano –o parte de él con algunos amigos- y parte de mi vida. No olvidaré, cachorros, las reuniones en la “terraza” de mi casa o las noches de póker o en el club; tampoco las largas conversaciones y cortas discusiones. Lo bueno es que con ustedes se aprende mucho y siempre se discuten las ideas, nunca nuestra amistad.