El día empieza y yo tengo una sonrisa en el rostro, estoy alegre pues ayer hable con ella y ella afirmo con mucho énfasis el cariño y sentimiento reciproco hacia mi; me levante como otro de esos días alegres que he descrito en el pasado, muestro mi típica mueca semejante a una sonrisa pero que logra dar a notar mis exuberantes dientes de muralla china. Estoy en el colegio y aun no empiezan las clases.
Hoy tenemos planeada una visita a la universidad con la que mi colegio tiene convenio, sinceramente no me importa mucho esa universidad pues me parece que no logra centrarse en la carrera y la formación del alumno, yo ya he elegido la universidad donde estudiar pero quería visitarla para poder compartir con mis compañeros. Iremos después de la clase de matemática.
Llega mi compañero de carpeta con un aparente mal humor; es algo extraña esta imagen, ambos sentados uno al lado del otro y mientras yo soy feliz en el momento y muestro mi sonrisa y entusiasmo, el parece querer compartir su mal humor con todos aislándose en su libro y pronunciando insultos; estaba tranquilo queriendo formar parte de la clase cuando uno de sus comentarios se pasa de ofensivo, quizás la cólera fue la que nublo mi visión y serenidad que normalmente demuestro a través de mi alegre personalidad, recojo mi brazo y lo llevo con toda la fuerza de la que disponía hacia su rostro, siento mi codo hundirse en su ceja hasta ser frenado por el hueso delator. La idea de haberle causado algún daño mayor (pues pensé que había dado contra su ojo) me hace mirarlo mientras se recogió del golpe, me tranquilizo verlo sujetar su ceja y no su ojo, voltee hacia mi cuaderno para poder escribir el ejercicio cuando siento el frio de su puño contra mi rostro, me decido algo confundido a alejarme de él para poder responderle pues yo le estaba dando la espalda, otro golpe me da en la parte posterior del cráneo antes de poder pararme, mi mano se cierra formando un puño y se dirige, sin necesidad de una orden, contra sus costillas; el logra parar el golpe y quiere forcejear conmigo, y yo empiezo a empujarlo contra la carpeta que se había alejado de su lugar habitual; escuche en el fondo las palabras de algún idiota (se llama A. Torres y me parece un rechazado social que no podía hacer otra cosa que llamar la atención haciendo escándalo), son esas palabras y no el ruido del forcejeo lo que llama la atención del subdirector que en ese momento escribía un ejercicio en la pizarra y lo hace acercarse algo temeroso hacia la escena que estábamos protagonizando; fue la autoridad que ejerce la que nos hizo separarnos y salir del aula.
Una vez fuera un alumno sale del aula en busca del tutor mientras nosotros éramos interrogados por el profesor, quien saco la conclusión de que yo soy demasiado impulsivo. Veo al tutor acercarse hacia nosotros a lo largo del pasillo, cuando el logra distinguir mi rostro yo distingo el cambio repentino en el suyo; cambio la cara de preocupación que tenía por una cara de satisfacción, al llegar pude constatar mi teoría: él se alegraba de verme en ese problema. No crean que esto es solo un delirio como resultado del resentimiento que tiene un alumno contra el profesor, yo al igual que los presentes pude escuchar “huy a este chico lo estaba buscando” y luego aquellas palabras dirigidas hacia mi “ya te fregaste”, no pude esconder mi sonrisa burlona hacia ese comentario, yo sabía que el tutor había estado buscando motivos para botarme pero nunca pensé que se excitaría tanto al verme en esta situación.
-Mira Lucho yo me volteo a escribir y estos dos se empiezan a agarrar a golpes.
-¿Qué hacemos?
-Tu decide, yo creo que suspensión.
-¿Cuánto?
-Un par de días estaría bien.
-Ya pues, yo me los llevo.
Caminábamos los tres rumbo hacia la dirección donde nos tocaría hablar con el encargado de las suspensiones, desafortunadamente él estaba en el patio conversando con el director del colegio; “huy ahí está el director” fueron las palabras del tutor acompañadas de un gesto de euforia.
Lo que siguió fue un dialogo entre en el cual el director no formo parte:
-¿Qué ha pasado? –con una sonrisa forzada en el rostro.
-Se han agarrado a golpes estos dos.
-Suspéndelos.
-pero ¿Cuánto? Yo creo que d-
-Una semana estará bien.
Ahí termino todo y los dos protagonistas de ese momento de diversión que el morbo le pedía a mis compañeros fueron enviados a la biblioteca del colegio donde fueron separados porque temían una nueva pelea.
La verdad mi compañero y yo nos amistamos tan pronto llegamos a la biblioteca, y quisimos darlo a notar con una invitación a comer seviche (no crean que está mal escrito, Brack explico que así se debe escribir, busquen en google) frente al tutor y al director de formación, quienes supongo se sintieron confundidos por aquella escena.