miércoles, 22 de julio de 2009

"Una Primera Vez"


Siempre hay una primera vez para todo, o eso dice mi mamá, mi abuela, mi abuelo y hasta mi hermanita; pues esta fue mi primera vez en un karaoke. Un lugar algo oscuro lleno de gente de la tercera edad, alguno que otro contemporáneo con mis padres y por supuesto, como escasa minoría, nosotros los jóvenes.

Tengo dieciséis años y no sé bailar muy bien, no escucho la música que esta de “moda” en el país, y mucho menos la música que estuvo de moda en la época de mi abuelo; bueno al menos no la que pegó en este país. Soy un chico bastante relajado, algo tieso al bailar y sin duda un enamorado sin retorno.

Esta noche algo extraña empezó con la invitación de un amigo a ir a un karaoke con algunas de sus amigas, íbamos a ser cuatro los que vayamos.

Cuatro solitarios jóvenes inmersos en el nuevo mundo de la música, sinceramente me espere algo muy diferente a lo que vería después.

Bueno después de la invitación de mi amigo fuimos a ver a sus amigas, que claro eran mayores que yo. No estaban listas y tuvimos que esperarlas solo para que nos dieran la noticia <> al toque me palteé porque soy menor de edad y está más que claro que no me dejarían entrar, por supuesto ya me había pasado antes.

Mi respuesta fue mirar de reojo a mi amigo y luego dar mí clara posición de oposición con un cierto tacto para que no me tacharan de “chibolo”. “no para que, además no me dejan entrar soy menor de edad” fue lo que dije, cosa que claro hizo que se dieran cuenta que soy “un chibolo”.

-No importa te hacemos pasar por mayor.
- Si, no te preocupes José te presta una camisa y pasar por mayor.
- Vamos pues broer.

Algo dudoso les sigo el juego y vamos a la casa de José, nos cambiamos hacemos un par de bromas y salimos; lo irónico fue que a la hora de salir son las mismas chicas las que deciden ir al karaoke en vez de la discoteca. Mira si las mujeres no son acaso extrañas.

Bueno haciendo una breve escala para comprar mi hamburguesa, porque me moría de hambre, nos dirigimos al susodicho karaoke.

Como repito era pequeño, oscuro, algo sucio y abarrotado con música de los años maravillosos. En ese pequeño hueco en la ciudad tomamos la lista de canciones elegimos entusiasmados nuestras elecciones (los hombres elegimos algo de Fito Paez, Andres Calamaro y Los Prisioneros; mientras las mujeres eligieron la muy popular salsa).

Una jarra de chela y una de sangría, dije a la mesera; mientras sonaba una canción de Luis Miguel. Con lo mucho que me gusta la chela se acabo algo rápido y pedimos al momento otra más. Nuestro turno llego después de un sin fin de canciones, aquellas que nunca pensé que las sabría pero sin embargo termine entonándolas, o más bien “desentonándolas”.

Mariposa tecnicolor fue mi canción, yo la elegí y fue la primera que toco. Lo extraño fue que pensé que sería una canción que todos conocerían sin embargo parecía que nadie la hubiera escuchado nunca, yo la cante con todo el pulmón que supuestamente tengo; incluso una chica al lado de nuestra mesa la cantaba y una mesa de borrachas al fondo intentaba que las palabras salgan sin distorsionarse por el alcohol; cualquiera la cantaba menos mi mesa, yo era el único que la sabia y no necesitaba las letras debajo del video de unos cangrejos caminando por la playa.

Pasó una o dos horas antes que nos vuelva a tocar, y por cierto nos toco por error. Con las chelas y música que nunca pensé que cantaría paso la noche; una mesa de señores mayores nos celebraba por un lado, una pareja de enamorados celebraba por el otro, y al fondo en la mesa 11 estaba un grupo de trabajadores del Jhon, sin duda fue una gran noche, me gusto visitar este antro que logro captar mi atención y mi muy escasa tolerancia musical.

miércoles, 15 de julio de 2009

"Un Deleite Para Mis Ojos"

Es extraño todo lo que un chico puede llegar a sentir por una chica, y más extraño aun cuando uno llega a sentir algo por una chica que no conoce. Uno no llega a tratarla, y en algunos casos no ha llegado siquiera a hablarle, ni un mísero e insignificante “hola”, uno solo se resigna a mirarla de lejos.

Ese es posiblemente mi caso, no posiblemente, ese es mi caso. No sé su nombre, creía saberlo pero resulto ser otro, todos los días almuerzo en la misma pensión que ella, muchas veces me la cruzo en la universidad, muchas veces la miro con una pasión disimulada; y solo algunas veces, mi mente juega conmigo y me hace pensar que, ella me mira.

Es posiblemente solo imaginación mía, un espejismo causado por esa ilusión que ella despierta en mi; ver su rostro semejante a un ángel; ver su cuerpo envidiado por Venus o afrodita; ver sus ojos tan bellos como una noche llena de estrellas y más brillantes que el diamante mejor pulido; ver su boca creadora de aquella voz que solo he osado escuchar cuando por causalidades del destino me he sentado relativamente cerca de ella; esos labios que sin duda despiertan el deseo más recóndito que el hombre haya conocido.

Mirarla es fácilmente el más inspirador pasatiempo que he tenido, mirarla de lejos, mirarla de cerca, mirarla de reojo, mirarla al voltearme, mirarla cuando pasa a mi lado, mirarla cuando paso a su lado. Simplemente mirarla, admirar la perfección que posee.

Más obsesivamente bella que la capilla Sixtina, más impresionante que el Partenón, más perfecta que el David de Miguel Ángel y más enigmante que la Gioconda de Da Vinci.

Encierra tantos secretos que no lograré conocer, y mi única solución es mirarla, mirarla intentando entenderla, mirarla intentando conocerla, mirarla intentando hablarle.

Mas esto que ella despierta en mi, ese deseo de mirarla, no pasa de eso, un simple deseo de mirarla, yo no pido una oportunidad con ella, yo no pido un beso ni un abrazo, yo no pido una relación o una cita, yo simplemente pido poder mirarla.

Y es que ella no despierta en mi ningún sentimiento aparte, ella es simple y tranquilamente una chica que no puedo dejar de mirar, ella es simplemente un deleite para mis ojos.

miércoles, 8 de julio de 2009

"La Dichosa Canción"

Como sucede que en aquellos momentos compartiendo con tus amigos, celebrando que pasaste tu curso de carrera, aquel curso por el que no dormiste tres días, ese curso que, por obra y gracia del espíritu santo, por el poder de ala o buda, o cualquier otro ídolo religioso, pasaste con un once; para algunos una nota mediocre y para otros inaceptable, pero para ti en ese preciso momento una nota llena de alegría y buenos momentos.

Durante esa celebración o cualquier otra, nuevamente por intervención divina (posiblemente los Apus o el dios Inti recordándote que tienes otro o todos los cursos jalados) una canción te saca de la realidad y atraviesa como una flecha tu cabeza clavándose estrepitosamente en tu mente, abriendo las puertas de la memoria y emanando los vapores de aquella chica.

Las letras se mueven independientes en tu cabeza, saliendo una por una a través de tus labios y aterrizan en los recuerdos de aquella mañana en la que esta canción quedó grabada en tu corazón con tinta de fuego.

Las letras salen formando palabras (que muchas veces no existen, pero imitan el sonido de las reales), y mientras estas letras salen a través de tus ojos recorre una y otra vez la imagen de esa chica.

La imagen de su sonrisa que quema en tu corazón, grabando nuevamente esta canción; recordante que nunca debes olvidarla. Esta imagen, tan tibia y frívola al mismo tiempo, te aísla de la realidad por un espacio de tiempo semejante a horas, sin embargo no son más que escasos segundos los que han transcurrido.

Tus amigos mirándote con una escéptica expresión en sus rostros, sin comprender que está pasando, mientras para ellos es simplemente una canción más de las que seguirán en la noche para ti es la canción que marcará la noche.

Sube lentamente el volumen de tu voz hasta llegar a contagiar a alguno de tus amigos, y uno a uno caerá (aunque nunca falta aquel que, aunque todos cantan y celebran, el solo pide que se sienten y se callen) en el vicio de la canción.
Durante esos tres minutos de éxtasis siempre se escapará aquel típico comentario hacia el más cercano de tus amigos (normalmente el que se encuentre a la derecha) donde no podrás evitar mencionar el nombre de la dichosa muchacha, que pese a todo logra elevarte del suelo y llevarte a la luna.

Luego de este típico comentario un abrazo será lo que prosiga, un abrazo por tu verdadero pata. Un abrazo que podrá significar dos cosas: un abrazo de apoyo (“estoy contigo broer, nunca lo olvides”); y un abrazo de comprensión (“puta broer te entiendo, tu eres como yo”).

Sin embargo esto no termina con el fin de la canción, esto más bien termina minutos después con una frase (nuevamente hacia tu amigo más cercano, pero esta vez el izquierdo), la frase puede variar según el contexto de la relación que guardes con la chica.

La frase puede representar cariño y sinceridad como un simple “la quiero”. O puede representar un sentimiento algo más complicado, que puede darse cuando ella se encuentra a distancia o un conflicto arremetió la relación (o ambas), la frase es sencilla “la extraño”. No siempre los sentimientos pueden ser positivos, incontables veces son las que esta “frase de broche de oro” representa resentimiento, con un gesto de agobio repetirás la frase “puta madre se cago conmigo”.

No importa cuál sea tu situación, siempre que escuches esa canción no podrás evitar pensar en ella. Y sin duda tus patas tampoco podrán evitar escuchar su nombre.