Como sucede que en aquellos momentos compartiendo con tus amigos, celebrando que pasaste tu curso de carrera, aquel curso por el que no dormiste tres días, ese curso que, por obra y gracia del espíritu santo, por el poder de ala o buda, o cualquier otro ídolo religioso, pasaste con un once; para algunos una nota mediocre y para otros inaceptable, pero para ti en ese preciso momento una nota llena de alegría y buenos momentos.
Durante esa celebración o cualquier otra, nuevamente por intervención divina (posiblemente los Apus o el dios Inti recordándote que tienes otro o todos los cursos jalados) una canción te saca de la realidad y atraviesa como una flecha tu cabeza clavándose estrepitosamente en tu mente, abriendo las puertas de la memoria y emanando los vapores de aquella chica.
Las letras se mueven independientes en tu cabeza, saliendo una por una a través de tus labios y aterrizan en los recuerdos de aquella mañana en la que esta canción quedó grabada en tu corazón con tinta de fuego.
Las letras salen formando palabras (que muchas veces no existen, pero imitan el sonido de las reales), y mientras estas letras salen a través de tus ojos recorre una y otra vez la imagen de esa chica.
La imagen de su sonrisa que quema en tu corazón, grabando nuevamente esta canción; recordante que nunca debes olvidarla. Esta imagen, tan tibia y frívola al mismo tiempo, te aísla de la realidad por un espacio de tiempo semejante a horas, sin embargo no son más que escasos segundos los que han transcurrido.
Tus amigos mirándote con una escéptica expresión en sus rostros, sin comprender que está pasando, mientras para ellos es simplemente una canción más de las que seguirán en la noche para ti es la canción que marcará la noche.
Sube lentamente el volumen de tu voz hasta llegar a contagiar a alguno de tus amigos, y uno a uno caerá (aunque nunca falta aquel que, aunque todos cantan y celebran, el solo pide que se sienten y se callen) en el vicio de la canción.
Durante esos tres minutos de éxtasis siempre se escapará aquel típico comentario hacia el más cercano de tus amigos (normalmente el que se encuentre a la derecha) donde no podrás evitar mencionar el nombre de la dichosa muchacha, que pese a todo logra elevarte del suelo y llevarte a la luna.
Luego de este típico comentario un abrazo será lo que prosiga, un abrazo por tu verdadero pata. Un abrazo que podrá significar dos cosas: un abrazo de apoyo (“estoy contigo broer, nunca lo olvides”); y un abrazo de comprensión (“puta broer te entiendo, tu eres como yo”).
Sin embargo esto no termina con el fin de la canción, esto más bien termina minutos después con una frase (nuevamente hacia tu amigo más cercano, pero esta vez el izquierdo), la frase puede variar según el contexto de la relación que guardes con la chica.
La frase puede representar cariño y sinceridad como un simple “la quiero”. O puede representar un sentimiento algo más complicado, que puede darse cuando ella se encuentra a distancia o un conflicto arremetió la relación (o ambas), la frase es sencilla “la extraño”. No siempre los sentimientos pueden ser positivos, incontables veces son las que esta “frase de broche de oro” representa resentimiento, con un gesto de agobio repetirás la frase “puta madre se cago conmigo”.
No importa cuál sea tu situación, siempre que escuches esa canción no podrás evitar pensar en ella. Y sin duda tus patas tampoco podrán evitar escuchar su nombre.
3 comentarios:
La música trae recuerdos vividos y no vividos, cada canción tiene su historia.
tengo que verlo para creerlo jajajaa
mi querido mimperra y lo sabes san burrin
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