viernes, 16 de octubre de 2009

"Con Su Vestido a Cuadrillé" (Cuarta Parte)

Álvaro vio como Luciana entraba al nido y una vez que la perdió de vista abrió la guantera del auto y sacó una cajetilla de cigarros que hace buen tiempo llevaba guardada; buscó en su pantalón un encendedor y sacó el zippo que tenía desde hace ya muchísimos años. Prendió el cigarro y manejo hacia la casa algo acelerado pues no tenía mucho tiempo como para alistarse para el trabajo.

Álvaro tenía la costumbre de tomar duchas largas pero hoy día debía apresurarse, no le gustaba llegar tarde; él siempre fue un vicio de la puntualidad. Se puso un terno antiguo que se notaba ligeramente gastado, era color caramelo y su corbata era marrón oscuro con líneas diagonales. Era la corbata que Luciana y su madre le regalaron el año pasado para el día del padre, él respondió con un fingido entusiasmo que solo su esposa reconoció –no por las puras había pasado tantos años a su lado- y más tarde esa noche recibiría uno de los reproches más duros de su vida.

-No puedo creer que no puedas aceptar un regalo de buena gana, si no te gustó pudieses haberlo dicho y no haber fingido tan vagamente que estabas alegre.

-Amor si me gusto la corbata está linda, y me gustó muchísimo más que hallas sido tú y Luciana quien me la hayan dado.

-Álvaro ¿tú crees que soy idiota? ¿Qué no me doy cuenta que estas mintiendo? A mí no me vengas con tus frases diplomáticas, ésta vez te pasaste.

-Amor entiende algo: Yo te amo y amo a Luciana, no me importa lo que me regalen yo soy feliz si viene de ustedes –dijo Álvaro mientras miraba a su mujer directamente a los ojos. Decía esto con sinceridad y nadie al verlo podría negar lo contrario- por favor no peleemos por estas cosas, tú sabes esto mejor que nadie.

-Si amor, supongo que tienes razón –con el tiempo ella había aprendido a ceder un poco, en un pasado fue siempre muy terca pues su palabra para ella era ley aunque estuviese equivocada. Álvaro la ayudo a crecer y madurar, él y Luciana eran una bendición que pensaba no merecía- vamos a dormir que me muero de sueño y tengo que llevar a Luciana al colegio mañana.

Terminó de anudarse la corbata con la mente todavía en otro lugar, para él no era fácil criar solo a Luciana; ni vivir esperando que un día su esposa vuelva con ellos y simular que nada hubiese pasado. Vivía con el temor de no poder perdonarla.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Esta parte me gusTa mUcho, me hace recordar algo...espero poder terminar de leer esta historia.
---> <3

Anónimo dijo...

Simplemente me encanta pero bueeeno avanas muui leento xD me dejas como una semana en suspenso para saber qe pasa despues...