viernes, 2 de octubre de 2009

"Con Su Vestido a Cuadrillé" (Tercera Parte)

Que linda mi mami, la extraño mucho – Luciana sabía que su padre la extrañaba también, pero él no lo decía nunca, no era necesario porque él pensaba que volvería un día de estos. Luciana lo pensaba también pero no con tanto énfasis con el que Álvaro lo hacía; él la amaba todavía.

El tiempo pasó y yo ya estaba en la universidad, por desgracia tuve que ir a estudiar a otra ciudad, aunque no fue una desgracia del todo porque ahí conocí muy buenos amigos como tu tío Rafael y tu tío Boris. En la universidad por causalidades del destino vuelvo a hablar con tu madre; y ella me contó que tenía enamorado, y parecía quererlo mucho.

Pasaron muchas cosas, yo empecé a sentir cositas de nuevo por tu mamá y tu mamá empezó a confundirse un poco por mí. Pasaron varias cosas y tu mami terminó con su enamorado; pero no pienses que fue por mí mi vida, terminaron por problemas que ellos tenían.

No importa papi, lo bueno es que ya no estaban y tú podías volver con ella y ser feliz a su lado y casarse ¡Y tenerme a mí! –exclamó con fuerza Luciana levantando los brazos y sonriéndole a padre; a quien noto algo nostálgico y apesadumbrado.

Jajaja, me alegras el día mi vida –le respondió Álvaro notando cuanto se parecía la sonrisa de Luciana a la sonrisa de su madre, era muy parecida a ella en lo físico; pero Luciana era otra persona diferente en lo que a actitud y virtudes respecta. Ella se parecía muchísimo a su padre en ese campo.

Álvaro terminó todo su desayuno menos la leche, no tenía ganas de tomarla pero tenía que hacerlo. Luciana tampoco había tomado su leche y la miraba de reojo esperando que su papá no se dé cuenta que ni siquiera la había probado.

-Bueno a la cuenta de tres tomamos la leche “seco y volteado”.
-¡Ya! ¡Uno, dos… tres! –ambos tomaron la leche rápidamente y al terminar hicieron un gesto de desagrado esperando que nadie se diese cuenta.
-¡Ya! ¡Levántate! Tengo que ir a dejarte al nido.

Luciana tomó su mochila, le dio la mano a su padre y salieron juntos por la puerta. El nido de Luciana quedaba cerca pero Álvaro la llevaba en auto por dos razones: le gustaba mucho manejar y a Luciana le gustaba mucho ir en auto.

Al llegar Álvaro noto que ningún padre se encargaba de llevar a su hijo; solo llegaban niños de la mano de las empleadas del hogar vestidas con sus mandiles blancos. Él nunca quiso contratar una después que su esposa se fuese, no por tacaño o desconfianza, porque él quería pasar la mayor parte del tiempo posible al lado de Luciana. Pensaba que de contratar una empleada del hogar perdería el contacto con su hija.

-Soy la única niña que viene con su Papá al nido, gracias papi –dijo la pequeña pero certera niña mientras cerraba la puerta del auto- te quiero mucho, me vienes a recoger.

-Yo también te quiero Luciana.

1 comentario:

Anónimo dijo...

me gusta...pon la otra parte pues dieguis.