Sentado al borde la cama
con tu silueta en mi espalda.
Recordándome el pecado,
el pecado que me recuerda a ti.
Me recuerda aquel tango
que bailamos en un suelo de cristal.
Con cada paso... una caricia.
Con cada paso... quebramos el cristal.
Y caemos en el taciturno abismo
que llamamos nuestro amor.
Y en el fondo acogedor:
Tus mentiras, tus tretas, tus juegos... yo.
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